Nunca hemos sido fanáticos de los centros comerciales, atestados, ruidosos y caóticos. El MUT no es la excepción. Es más, excede en caos y desorganización desde el momento que bajas subsuelo tras subsuelo por una serie de pasadizos estrechos que se hacen llamar “Estacionamientos”. Esta travesía subterránea solo logra dar paso a pasadizos inconexos, carentes de cohesión y al flujo natural de la lógica humana. Todos estos obstáculos, propios del caos mundano, deben ser sorteados para llegar al restaurant “Ambrosía Bistro”.
¿Valdrá la pena someterse a este calvario urbano? Vamos a ver…

“La experiencia comienza en cuanto se cruza la mampara…”
Todo inicia con la recepción. Llegamos sin reserva previa y tentamos a la suerte solicitando mesa. siendo solo dos comensales, la Hostess procede a tomar nuestros nombres y número telefónico para llamarnos en cuanto se desocupe una mesa. Desde ya un gran punto a favor y vítores para quien muy amablemente nos recibió. Al cabo de 20 minutos proceden a llamarnos y ya después de los 5 minutos que nos toma tomar una serie de laberínticas escaleras, estamos adentro.
La experiencia comienza en cuanto se cruza la mampara de vidrio. Una cocina abierta en formato de isla central, rodeada por una barra que recuerda el formato de tradicionales y antiguas cocinerías asiáticas, y una en su periferia, una serie de mesas dispuestas con estilo y de manera inteligente. El personal siempre se mantiene atento e incluso la misma expresión del personal de cocina se aprecia amable y concentrada.
Rápidamente nos toman el pedido, y en 7 minutos llegan nuestros cocteles. Optamos por los dos que nos resultaron mas llamativos:
Escogido particularmente por el uso de la mantequilla dentro de su composición. Una vez mas la barra no falla. La mixología detrás de este coctel es impresionante. Cada sorbo es definitivamente un pie de limón tradicional líquido. El uso de la mantequilla eleva notas que, en boca te recuerdan a una masa sablée hábilmente ejecutada. Es un trago excelentemente ejecutado y muy agradable. Sin embargo, puede opacar fácilmente cualquier alimento, por lo que recomendaría mantenerlo exclusivamente como aperitivo.
Shio Sour:
Definitivamente una peculiaridad, pero una muy buena. El ingenioso uso del dashi permite transferir toda la profundidad de caldos y salsas tradicionales de la cocina japonesa al mundo de la alta coctelería, destacando de manera muy inteligente el umami presente. Para quienes han sido afortunados de conocer y comer en Japón, serán transportado a hermosos recuerdos en el país Nipón… y para quienes no han tenido la fortuna de ir, podrán decir que, con este trago, ya se encuentran un paso más cerca de Tokyo.
Lemon Pie:
10 minutos desde que hicimos nuestro pedido, llegan los entrantes. En esta oportunidad decantamos por:
Croquetas de cerdo (con pure de membrillo, encurtidos y semillas de mostaza)
Una maravilla desde el momento que llegan a la mesa. Dos croquetas de cerdo perfectamente hechas, su color dorado destaca junto a los tonos rosa y verde de cebollas, rabanitos y pepinos encurtidos, todo esto acompañado por un brillante y aromático puré de membrillo, y coronadas con semillas de mostaza que visualmente recuerdan al caviar sobre blinis. El componente visual de este plato está en completa concordancia con su sabor. Un excelente balance y perfil de sabores. Una entrega constante y progresiva que comienza con un ataque inicial del pulled pork, que luego se desarrolla gracias a la entrada de los encurtidos y el pure de membrillo, dando paso a una combinación perfecta que equilibra la untuosidad del cerdo, y finalmente las semillas mostaza alimentan la persistencia de los sabores, entregando un retrogusto para recordar. Definitivamente un plato que en el papel puede sonar simple, pero que su ejecución y resultado distan de aquello.
Ostiones parmesana (con panko y espuma de grana padano)
Lo que, a nuestro entender, es una reinterpretación de un clásico nacional y característico de la IV región de Chile. Visualmente resulta desconcertante. Una mole de espuma de Grana Padano sobre un plato hondo. Tras remover parte de la espuma, bajo ella encontramos ostiones, aparentemente nacionales, perfectamente hechos, que descansan sobre una cama de panko para dar contraste de texturas. Lamentablemente, producto del emplatado, la espuma de grana padano rápidamente humedece el panko crocante, transformando todo en una pasta monotexturizada, y el intenso sabor del grana padano con la cesta de limón sobrepasan el sabor de los ostiones. Desde nuestro punto de vista, quizás una modificación en el emplatado y una eventual caramelización de las proteínas de las vieiras mediante el uso de un soplete podrían llevar a este plato al estrellato.
Habiendo terminado los entrantes, las expectativas están al máximo. Independiente de los pequeños reparos sobre los ostiones, estamos altamente excitados sobre que vamos a experimentar con el plato principal… Puede que hayan sido las expectativas, o quizás la particularidad de uno de los platos que pedimos, pero la espera se hace extensa. 30 minutos debieron pasar desde que terminamos los entrantes para que llegaran los platos de fondo.
Solomillo de cerdo (con puré de topinambur, shitakes, avellanas, mantequilla negra y chips de topinambur)
Lamentablemente en este plato, se nos indicó que no tenían solomillo de cerdo, pero que lo remplazaban por carne de res. Luego llegó sin los chips de topinambur. Le indicamos esta situación al mesero quien luego de 10 segundos volvió con el plato y lo que parecía ser un puñado de chips que arrojaron sin la menor delicadeza al plato.
Sin embargo, independiente de los contratiempos del tiempo, el cambio de proteína y los chips aventados sobre el plato. Solo podemos decir que tanto la ideación como la ejecución de este plato son 10/10…
Los sabores se integran de manera sutil y sofisticada. La calidad de los ingredientes como la delicadeza de los sabores se transforman en pequeñas partes que se suman y complementan para llegar a armar un plato que recomendaría a ojos cerrados. La carne con sutiles toques de romero, el puré de topinambur, los shitakes hechos a la perfección, las avellanas y la mantequilla negra, hablan de un plato que desborda y enaltece los sabores de tierra.
Curry de camarones (en caldo, lecho de coco, tallarines de arroz, verduras, hierbas frescas y cajú)
Un plato hondo, continente de un caldo dorado, que brilla y destaca aun mas gracias a las gotas de aceite de sésamo que decoran su superficie. Tanto visual como olfativamente pudimos adelantar la intensidad de sabores de este plato. Un caldo con cuerpo que junto a los tallarines de arroz, verduras y camarones hacen que cada cucharada sea particularmente sustanciosa y llena de sabores propios del sureste asiático. Con el nivel de picante preciso, este plato resulta intenso y reconfortante, no puedo pensar en mejor plato para días fríos en los que se necesita que caliente el cuerpo y reconforte el alma. Un excelente plato y una comida por si solo. Como recomendación personal, en caso de pedir este plato, no pediría entrante… pero si postre!
La calidad de un postre puede hacer o deshacer una gran comida
Después de dos espectaculares platos de fondo solo quedan dos opciones. En estos momentos es cuando siempre recordamos las palabras del Chef Tom Colicchio, quien dice que personalmente él no come postres en restaurantes, ya que pueden no ser memorables y deshacer el recuerdo de una excelente comida. Haciendo oídos sordos a el recuerdo fantasma del Chef, decidimos aventurarnos al postre. En este caso optamos por los dos que tenían componentes de origen japones.
De presentación simple y humilde, pero… ¿acaso un volcán necesita mayor pomposidad? ¡No! Un volcán debe brillar por sí solo, y este no es la excepción. Al momento de abrirlo, el flujo de lava verde libera cálidos aromas y su sabor característico está presente en cada bocado de la preparación. Su temperatura contrasta de manera maravillosa con el helado y el sabor a plátano resulta la pareja perfecta para el matcha, ¡un matrimonio hecho en el cielo! Sin embargo, la experiencia no termina ahí. El crumble de chocolate blanco, que solo podemos pensar que está complementado con sal de mar, le entrega la salinidad suficiente para elevar este postre y resaltar aún más los sabores, logrando una persistencia más que disfrutable.
Volcán de Matcha (con crumble de chocolate blanco y helado de plátano)
Tarta limón yuzu (con glaseado de almendras, crumble y gel de yuzu)
Exquisitamente dulce y acida. La manera perfecta para terminar una comida contundente. Presentación impecable y llamativa. Desde el momento en que se abre la masa para liberar el filling de yuzu se puede saber que va a ser excelente. Con tonos ligeramente más dulces que ácidos esta tarta evoca con total naturalidad el sabor particular del yuzu, con sus tintes florales y a pomelo logra cautivar tanto el olfato como el gusto. Los puntos de gel de yuzu en el plato, le entregan dinamismo a la propuesta, intercalándolo entre bocados se sienten las hierbas que aportan frescura y redondean cada entrega.

totalmente recomendado
El Restaurant Ambrosía Bistrot se alza como una llama en la oscuridad, de la irreverencia del caos mundano. El restaurante de la Chef Carolina Bazán es una joya que merece visitada y re! visitada (incluso cuando la mesa cojeaba un poco). La cocina abierta funciona de manera fluida, coherente y bien orquestada. Los platos son una experiencia, están delicadamente pensados y ejecutados. Es un lugar que recomendamos y al que volveremos sin ninguna duda. Es un sitio especial, ideal para eventos importantes. Un lugar para compartir con la o las personas que son importantes en tu vida. Solo laureles para este lugar, estamos más que seguros de que volveremos para explorar la carta, revivir la experiencia, ver si tenemos la fortuna de observar a la Chef Bazán en su ambiente natural… y sin lugar a dudas, para probar sus papas fritas de triple cocción.